TEATRO EN LA EDAD MEDIA


Entramos en una nueva etapa, donde el aspecto más relevante va a ser el cambio a la religión cristiana, y como consecuencia de ello un cambio completo en la ideología y en la sociedad. La religión cristiana es una religión austera, rígida, y contraria a cualquier tipo de libertinaje. Durante la Edad Media, los actores fueron peor considerados que en Roma. El comediante era objeto de anatemas y se le consideraba instrumento del demonio ya que “el actor cede en algún modo su personalidad a los demonios”. No hay que olvidar que actores e Iglesia han sido enemigos irreconciliables desde los tiempos del Imperio Romano, donde tachaban los espectáculos de obscenos y de su gusto por la sangre. En la conciencia cristiana la profesión del actor es inmoral. Pero esta concepción solo se aplica al teatro “no cristiano”, ya que si el actor se dedica a un teatro cristiano, ya no estará endemoniado sino santificado. 



TEATRO RELIGIOSO

Aunque de forma distinta, el teatro medieval también surgió del culto religioso, concretamente de la liturgia religiosa, debido al carácter de representación simbólica que tiene gran parte de los ritos del catolicismo, como la misa. Ya en el siglo IV, en época de Constantino, se abominó de los espectáculos en los que se hablaba de dioses considerados falsos y de cualquier espectáculo pagano. Así, el teatro quedó relegado al ámbito religioso hasta el siglo X. Son rigurosamente censuradas las obras en las que aparecen la obscenidad o el libertinaje.
 Las representaciones se realizan dentro de las iglesias, el actor principal es el sacerdote, y lo que se representa son fragmentos de la biblia. Poco a poco el espectáculo evoluciona.  Las representaciones son al aire libre en grandes escenarios con escenografía cuidada, las escenas pasan a ser más numerosas, hasta el punto que las representaciones duraban 7 u 8 días, y la vida de la ciudad se paraba para contemplar el espectáculo. Los actores eran vecinos aficionados de todas las clases sociales, que se constituían en agrupaciones o compañías unidas por el entusiasmo. Un mismo actor hacía consecutivamente una serie de papeles a lo largo de la representación. La realización del espectáculo se encargaba a un director “profesional”. En estas representaciones no participaba ninguna mujer, puesto que no era decoroso que tuvieran protagonismo en los templos, lugares en los que, precisamente, surgió el teatro medieval. Después de la aparición de la primera actriz en Metz (Francia), a mediados del siglo XV, se fue haciendo habitual la presencia de mujeres entre los actores.










OTRO TIPO DE TEATRO

Junto al espectáculo sacro se encuentra el cómico, que persiste gracias a los histriones. Los histriones son personas consideradas casi vagabundos, únicos profesionales del teatro en la Edad Media, que trabajan habitualmente aislados, con un mínimo aparato escénico. A pesar de la reprobación y de las persecuciones de la autoridad civil y religiosa, algunos de ellos se distinguieron como herederos de las cualidades de los mimos romanos.



CONSIDERACIÓN SOCIAL DE SU OFICIO

La Iglesia rechazaba cualquier tipo de espectáculo que no fuese cristiano, ya que se consideraba inmoral. Y por supuesto a los actores, personas que aun sabiéndolo, aceptaban ser “poseídas por el demonio”, haciendo el mal al mostrarse así a la gente. Hasta tal punto, que a los actores se les negó el derecho de ser enterrados al morir en cementerios católicos. Todos iban a parar, sin ningún ceremonial, a la fosa anónima a menos que al momento de su agonía se arrepintieran de su profesión, cual si fueran los peores delincuentes o asesinos.

“Un cristiano debe alejarse de los espectáculos, porque son contrarios a la verdadera piedad y al culto sincero que debemos a Dios, son parte de la idolatría y de las pompas del demonio, no hay allí placer sin pasión; la pasión arrastra la emulación, la cólera, el furor y todas estas secuelas que no convienen a nuestra disciplina, la impudicia del teatro, donde se realizan en público todas las infamias que es normal ocultar cuidadosamente. Resulta absurdo, pues, buscar afanosamente en los espectáculos lo que en la vida corriente produciría vergüenza u horror. El Teatro representa sólo acciones criminales, de furor en la Tragedia, de libertinaje en la Comedia. La ley de Dios ha lanzado su maldición contra las máscaras y, sobre todo, contra los hombres que se visten de mujeres. Una mujer que va al Teatro, vuelve de él poseída por el demonio.”