TEATRO ESPAÑOL EN EL SIGLO XX


El avance de los países más industrializados produjo una potente y nueva burguesía, así como la configuración del proletariado como clase social. Aquella idea general de ruptura existente en Europa desde la última década del siglo XIX tuvo algún reflejo en España, aunque de manera muy matizada. Nuestros teatros no dispusieron de renovadores escénicos de la talla de Antoine o Stanislavski. Aunque la literatura española sí alcanzara el reconocimiento externo, las salas se vieron pronto envejecidas frente a las innovaciones extranjeras. Todavía el modelo por combatir era el Romanticismo evolucionado hacia la comedia moralista.

A principios del siglo XX. la escena española estaba dominada por grandes compañías que dictaban la ley de la programación. Elencos como María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza eran capaces de imponer sus gustos a los empresarios, verdaderos artífices de la regresión del teatro español. Estos grandes actores no permitían, en general, ser dirigidos por nadie, asumiendo ellos mismos ese cometido. Su papel de divos, procedente del siglo anterior, se vio reforzado. Ese tipo de primeros actores fueron también empresarios y, como tales, no se arriesgaron con programaciones más o menos innovadoras. Tragedias rurales, alta comedia, dramas modernistas en verso o algún clásico refundido constituían la gran oferta del teatro profesional de entonces. Habría que llegar a la figura de Gregorio Martínez Sierra para encontrar un tipo de empresario que buscó en lugares no comunes. Su dirección del madrileño Teatro Eslava, de 1917 a 1926, con Catalina Barrena de primera actriz, abrió el periodo más insólito de la escena española de principios de siglo, por su evidente carácter innovador. En Cataluña, la creación del Tetare Intim por Ardía Cual, en 1898, significó la más moderna aportación a las nuevas formas escénicas.
El público de ese tiempo seguía acudiendo en masa a los teatros, pese a que el siglo XIX, al menos desde Larra, había acuñado el término de «crisis», referido más a la calidad que a la cantidad. El Madrid de entonces, que no pasaba de 600.000 habitantes, mantenía un trepidante ritmo de estrenos y reposiciones, no siempre en teatros convencionales, de la misma manera que ocurría en Barcelona y otras importantes ciudades. El panorama de los escenarios españoles a finales del siglo XIX, a grandes rasgos, está constituido por un teatro «de calidad», propio de la burguesía que lo ampara y protege, que sigue las líneas generales de la alta comedia, y un teatro menor, de consumo fácil y baja condición social de sus protagonistas que, de alguna manera, representa a sus espectadores. El teatro menor tuvo su época dorada tras la revolución de 1868, con el sistema que se llamó «teatro por horas», que consistía en la oferta continuada de piezas en un acto, sátiras, parodias de éxitos dramáticos, que podrían tener música o no, dentro de un cerrado carácter urbano con caracterización similar a la de los sainetes.



INNOVACIÓN ESCÉNICA EN LOS AÑOS XX


El concepto de vanguardia se enarboló con enorme inmediatez. Aquéllos que no veían posibilidad de estrenar por norma debían ampararse en teatros íntimos, agrupaciones que no miraban los resultados de taquilla como objetivo principal, igual que los catalanes habían hecho con absoluta coherencia. También los intelectuales madrileños de los años 20 empezaron a reunirse en casas particulares -como fue el caso de los hermanos Baroja-, para poder hacer y experimentar el teatro que quisieran. Esto no significó que no estrenaran en salas comerciales llegado el momento, pero sí que, cuando lo hacían, tenían cierto carácter extraordinario. «El Caracol», grupo animado por Rivas Cherif, también fue otro estimable centro de investigación, las «Misiones Pedagógicas», de Alejandro Casona, o, iniciativas universitarias con sus características propias: «La Barraca» de García Lorca y Eduardo Ugarte, y«El Búho», de Max Aub.

Tres autores que hay que destacar son Federico García Lorca, Rafael Alberti y Miguel Hernández, pertenecientes los tres a la generación del 27. Todos se manejan en un teatro realista.


Federico García Lorca




Rafael Alberti



    Miguel Hernández




TEATRO EN LA ÉPOCA FRANQUISTA


El teatro no ha sido el género más favorecido por las circunstancias. Viene marcado por los mismos condicionamientos comerciales e ideológicos que el teatro anterior a la guerra, más la censura férrea de la dictadura. Todo ello explica que el teatro de posguerra no sea el terreno propicio para las inquietudes renovadoras y desde luego no suele ser un negocio. Como consecuencia también aparecen dos tendencias: la comedia comercial y de evasión (intrascendente o conformista) que se consigue estrenar, y el teatro serio y comprometido que sufrirá un penoso calvario hasta que pueda en ocasiones ser estrenado. Así se habló de un teatro visible (el que accede a los escenarios) y de un teatro soterrado (que intentaba innovar y que apenas logró mostrarse). La mayoría de los autores anteriores a la Guerra Civil mueren o se exilian. Y los que se adaptan a las circunstancias y siguen estrenando no escriben obras de verdadero interés Se pueden diferenciar cuatro etapas: etapa de búsqueda y teatro existencial junto con las tendencias tradicionales del teatro comercial (años 40 y 50), Realismo social (años 50),Teatro experimental (años 60 y 70) y Teatro de la democracia, en el que se elimina la censura. En cuanto a la estética y la técnica, estas obras se incluyen en el realismo, aunque con matices: realismo directo y elemental, sainete, rasgos esperpénticos, estilización expresionista de la realidad...




CONSIDERACIÓN SOCIAL Y VIDA DEL ACTOR


Para apreciar mejor la forma de vida y cómo eran tratados los actores, (tanto de un bando como de otro) durante el franquismo, es mucho más ilustrativo verlo en películas que lo retratan con total fidelidad. Algunas de las películas más importantes son las siguientes:



El viaje a ninguna parte


Relata la historia de una compañía de teatro desde el comienzo del franquismo hasta que los cines casi acaban por completo con estas pequeñas compañías. Todos los miembros de la compañía son de la familia. La figura central en la historia es un hombre de mediana edad al que acompañan su padre, su hijo, una prima jovencita, otra prima y su marido y una medio novia del personaje central. La compañía Iniesta-Galván. Cuenta la vida de esta gente y cómo tienen que ir amoldándose a las circunstancias; cómo algunos de ellos deciden tomar otro camino y abandonar el teatro.







Pájaros de papel


Es la historia de un grupo de artistas de vodevil después de que la guerra les haya quitado todo menos el hambre. El músico Jorge del Pino, el ventrílocuo Enrique Corgo, la cupletista Rocío Moliner y el huérfano Miguel forman, junto a otras almas perdidas, una curiosa familia que intenta vivir y pelear cada día como cualquier otra, con sus miserias y sus alegrías, con el aliciente de su música y sus canciones. Y a falta de pan, buenos son los aplausos. Entre vencedores y vencidos buscan, más que una oportunidad en la vida, algo que comer o un lugar donde dormir. Pero antes de lo que se imaginan, son puestas a prueba y tienen que tomar decisiones que se convierten en cuestión de supervivencia. En una época llena de intrigas y peligros que reclaman pruebas de adhesión a sangre y fuego, tratarán de continuar adelante hasta llegar a alguna parte donde puedan dormir sin temor.







La corte del faraón


A finales de los años 40 se produce un hecho insólito: una compañía de aficionados se atreve a estrenar una obra teatral sin los permisos ni los visados de censura correspondientes. Se trata de la famosísima obra musical La corte de Faraón, prohibida por sus atrevimientos políticos, eróticos y religiosos. Durante una larga noche en una comisaría de policía, el comisario indaga las razones que han podido llevar a ese grupo a emprender tan descabellada empresa. Durante los interrogatorios se van describiendo las incidencias, y cantando y bailando los números musicales. En la madrugada del día siguiente los cómicos quedan detenidos y la familia acaudalada vuelve a su hogar.







¡Ay, Carmela!


Un grupo de actores cómicos actúan para el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Cansados del frente, deciden ir a Valencia y pasan, por error al bando nacional que los coge presos. Bajo amenaza de fusilamiento, deberán interpretar una obra que choca con sus principios republicanos.







La niña de tus ojos


Mientras en España continúa la guerra, un equipo de rodaje y actores van a la Alemania nazi para rodar una película andaluza, en versión española y alemana, en los estudios UFA. Pero lo que en un principio era ilusión por dejar atrás la guerra y conocer un nuevo país, no tardará en convertirse en un choque frontal de ideales y una serie de decepciones.







Balada triste de trompeta


Año 1937. En plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, para reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales. Mucho tiempo después, en los últimos años del franquismo, dos payasos luchan por el amor de una atractiva trapecista.